Ahora que se acabaron todos los rumores de traspaso, es momento de centrarse en el fútbol.
Con la llegada de Parsons a Green Bay también han aparecido sus problemas físicos.
ESPN informa que el juegador efectivamente sufre un esguince en la espalda que podría dejarlo fuera con los Packers o limitar su rendimiento.
Está lidiando con una dolencia en la articulación facetaria L4/L5 de su espalda, y podría recibir una inyección antes del partido del domingo contra los Detroit Lions si es necesario para ayudarlo a jugar, según le dijeron fuentes a Adam Schefter el lunes.
Antes de ser traspasado, el cuerpo médico de los Cowboys le recetó un tratamiento de cinco días con prednisona, un corticosteroide antiinflamatorio, para ayudarlo a recuperarse de la rigidez en la espalda. También lo tenían en un programa de fisioterapia.
Parsons sí entrenó el lunes, lo cual es una buena señal, y pese a sus molestias, sus nuevos compañeros en Green Bay están entusiasmados con su llegada, según declaró su excompañero en Penn State, Rasheed Walker.
"Creo que aumentó mucho nuestras posibilidades", dijo Walker el lunes. "Tenemos una presión sólida sobre el mariscal en toda la línea. No creo que nadie pueda pasarnos el balón así. Eso va a abrir oportunidades para nuestros defensive backs y para nuestra ofensiva, así que sí, siento que Micah va a tener una gran presencia en el campo y nos va a ser realmente ventajoso".
Tanto los Cowboys como los Packers parecen estar satisfechos con el resultado del traspaso y listos para pasar página.
*Artículo original de Stacey Mickles y traducido por Ernesto Guevara
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