Karl-Anthony Towns no suele alardear ni dejar que las emociones lo dominen. Sin embargo, hubo una noche en particular en la que no pudo contenerse: el 9 de diciembre en Toronto, en un duelo frente a los Raptors en el Scotiabank Arena. En un partido cerrado de inicio a fin, KAT explotó en el último cuarto con 10 puntos, incluidos dos canastas decisivas en los últimos 36 segundos que sellaron la victoria 113-108 de los Knicks.
El momento más electrizante llegó cuando encestó un triple en los segundos finales que dejó sin opciones a Toronto. La adrenalina lo invadió y, entre gritos y palabras cargadas de intensidad, dejó salir toda la emoción contenida de su primera gran noche como jugador de Nueva York.
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Su momento en Nueva York
Tras el traspaso desde los Minnesota Timberwolves antes del inicio de la temporada, Towns debía adaptarse a la exigencia del Madison Square Garden. En sus primeros 21 partidos con los Knicks respondió con promedios de 25.2 puntos y 13.2 rebotes, con un 53% en tiros de campo, pero él mismo admitía que aún no había vivido un momento que lo identificara con la franquicia. Ese duelo en Toronto cambió todo.
Con el marcador empatado 108-108, Towns atacó en la pintura para poner arriba a su equipo. Luego, tras un tapón de OG Anunoby sobre RJ Barrett, el dominicano-estadounidense clavó un triple desde larga distancia que dio ventaja de cinco puntos con solo seis segundos por jugar.
"Siento que ese fue mi momento de Nueva York, le conté a mi papá, en Toronto, con el tiro ganador y mirando a la gente," reconoció KAT en 7PM in Brooklyn with Carmelo Anthony, recordando que no pudo evitar lanzar gritos hacia la grada en un estallido puro de emoción.
KAT DAGGER THREE TO BEAT THE RAPTORS 😤🔥 pic.twitter.com/8ACnGnGSqm
— Bleacher Report (@BleacherReport) December 10, 2024
De los Knicks con todas las letras
Vestir la camiseta azul y naranja tiene un peso histórico comparable al de jugar en Los Angeles Lakers o Boston Celtics. Towns sabía lo que significaba representar a una franquicia legendaria, pero necesitaba un instante que lo legitimara ante la afición y sus compañeros. Aquella noche, lo encontró.
"Quería evitar multas, así que no dije mucho, pero sentí que era mi verdadero momento de bienvenida en Nueva York," admitió. Lo cierto es que la temporada confirmó esa sensación: en 72 partidos, firmó promedios de 24.4 puntos y 12.8 rebotes. Con carácter y sin miedo al escenario, cargó al equipo hasta las finales de la Conferencia Este y dejó claro que está listo para ser el rostro de los New York Knicks.
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