Lo que realmente incomodaba a Kobe Bryant

Eduardo Solano

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Kobe Bryant abrazó con entusiasmo la vida después del baloncesto, pero había algo que le molestaba profundamente: la idea de que estaría perdido al retirarse. "Siempre me preguntan: '¿Qué vas a hacer cuando te retires?' Como si no tuviera vida ni talento fuera de jugar. Me vuelve loco. '¿Vas a jugar golf todo el día?' Y yo pienso: '¿Quién dijo eso?' Es una locura," contó en el 2014 a The New Yorker.

Precisamente el golf fue un ejemplo de su rechazo. Michael Jordan lo invitaba constantemente, pero Kobe no quería darle a su mentor una ventaja más en el terreno competitivo. Además, se negaba a caer en el estereotipo de millonario retirado que pasa el tiempo en el campo de golf por no tener nada mejor que hacer.

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La influencia de su infancia en Europa

A diferencia de otros atletas, Kobe tuvo una infancia única. Su padre Joe llevó a la familia a Italia cuando él tenía seis años y allí creció rodeado de una cultura diferente. Ese entorno lo expuso a viajes, idiomas y deportes como el fútbol, algo que marcó su visión del mundo.

Esa curiosidad lo acompañó siempre y lo llevó a interesarse en negocios, cine y la escritura. "Me encanta ver, leer y escuchar a personas que han hecho grandes cosas. Desde Walt Disney, Oprah Winfrey y Jay-Z, hasta emprendedores como Mike Repole, Michael Rubin o Evan Williams," explicaba la leyenda de Los Angeles Lakers.

Repole lo convenció de invertir en Vitaminwater, una de sus mejores decisiones financieras. Al mismo tiempo, la influencia de Disney lo inspiró a escribir casi a diario durante 15 años, un hábito que desembocó en proyectos como Dear Basketball, con el que demostró que su talento iba mucho más allá de las canchas.

Un legado que trascendió al baloncesto

Kobe mostró que retirarse no significaba perder identidad, sino revelar otras facetas. Era un hombre de múltiples intereses y colgar los tenis le permitió dedicar más tiempo a ellos. Su legado fuera de la cancha dejó claro que nunca sería reducido a un estereotipo: fue competidor, inversor, escritor y creador, siempre con la misma intensidad que lo definió como jugador.

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Eduardo Solano

Desde que vi jugar a Michael Jordan por primera vez cuando era niño, me enamoré del mundo del deporte. Desde entonces, no he dejado de seguirlo, analizar estadísticas y profundizar en su historia. Con el paso del tiempo, comencé a escribir sobre deportes, debatir jugadas, estudiar estrategias y buscar siempre el contexto detrás de cada número.