En la NBA no era común que las superestrellas tuvieran relaciones cercanas en los años noventa. La mayoría apenas convivía fuera de sus propios vestidores, y mucho menos abrían espacio para construir lazos con otros íconos. Pero Kobe Bryant rompió ese molde: buscó a Michael Jordan con la intención de que fuera su mentor, y lo consiguió gracias a una intensidad que pocos podían sostener.
Tim Grover, preparador físico legendario que trabajó con ambos, explicó que Bryant pudo captar la atención de MJ porque estaba hecho de la misma fibra. "Con Kobe, Michael no habría tomado la siguiente llamada si no hubiera visto algo en él. Ya fuera confianza o ignorancia juvenil, Kobe nunca dudó de si merecía la atención de Jordan, y lo persiguió sin descanso," recordó.
Otros jugadores lo intentaron, pero se desvanecían ante la exigencia de ese nivel. Bryant, en cambio, cada vez quería más.
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La obsesión de Kobe por alcanzar la grandeza
Grover lo describió como un alumno incansable. Kobe llamaba a Jordan incluso en la madrugada para preguntarle cómo atacar una defensa, absorbía cada consejo y regresaba pidiendo una nueva tarea. Para MJ podía ser "molesto," pero lo hacía en tono fraternal, como un hermano menor que insiste en aprender a toda costa.
Esa relación tenía un trasfondo: Bryant no solo buscaba mejorar, quería estar a la altura de su ídolo y eventualmente superarlo. Tras conquistar su quinto anillo en 2010, su obsesión era alcanzar el sexto título que igualara la marca de Jordan. Nunca lo consiguió, pero exploró todas las vías posibles para hacerlo, desde compartir equipo con figuras como Dwight Howard y Steve Nash, hasta exigir el máximo a quienes lo rodeaban.
5 minutes of Kobe Bryant game-winners.
— SportsCenter (@SportsCenter) May 24, 2023
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Dos caminos que terminaron reflejándose
En el proceso, Kobe se convirtió en un reflejo de Jordan: competitivo hasta la obsesión, dueño de un tiro en suspensión hacia atrás imparable, obsesionado con la excelencia y capaz de elevar a su franquicia a la cima. No es casualidad que Grover los considere sus clientes más exitosos, pues ambos exprimieron cada gramo de talento con la misma mentalidad.
Al final, para Grover no hubo sorpresa: que Jordan aceptara a Kobe bajo su tutela fue casi natural. Para Grover trabajar con él era como revivir la experiencia de entrenar a MJ.
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