El boxeo es un deporte con varias características especiales al ser comparado con los otros deportes más populares del mundo.
Una de ellas es que se trata de un deporte individual que, en su etapa profesional, tiene a cada boxeador compitiendo por su cuenta. Sí, los boxeadores integran equipos de trabajo y firman contratos con empresas promotoras, pero esas cuestiones siempre son temporales y su resultado, en cuanto a lo deportivo, impacta solo sobre ellos.
Otros deportes profesionales individuales como el tenis o el golf tienen mucha similitud con esto, pero la diferencia es que en esos deportes las grandes estrellas profesionales compiten en un circuito armado como una liga. Sea el ATP, el PGA Tour o los circuitos menores, todos ellos son tours con distintos torneos de mayor y menor prestigio en el que los atletas se anotan si cumplen con los requerimientos y participan por el premio económico y deportivo.
Todos esos circuitos tienen rankings claros, con una sumatoria de puntos especificada previamente para determinar quiénes son los mejores, quiénes pueden participar de distintos torneos, etcétera.
En cambio, en el boxeo todo es más caótico. Hay varias entidades internacionales que proclaman, en las diversas categorías, a campeones mundiales y regionales. La AMB, el CMB, la FIB y la OMB (estas últimas dos creadas durante la década del 80) son las cuatro de mayor prestigio deportivo, con un reconocimiento global, pero también hay otras como la IBO, la WBF o la ya descartada WBU.

(Leigh Dawney/Queensberry Promotions)
A la vez, estas entidades también reconocen campeones interinos cuando el campeón actual está en actividad, reconocen a dos campeones mundiales al mismo tiempo en la misma división como la AMB con los títulos de supercampeón y campeón regular, etcétera. Ni hablar de los nuevos inventos como los títulos de oro, de plata, intercontinentales, internacionales o juveniles.
Todo esto solo "complica" al mundo del boxeo para aquellos no adentrados en él y se hace con dos objetivos: que haya una sobreoferta de títulos para así promocionar más fácilmente distintas peleas en cualquier parte del planeta, al ponerle un cinturón en juego, y que estas entidades recauden más dinero, ya que para que uno de sus títulos esté en juego en cualquier combate, reciben una contraprestación monetaria a cambio.
Esto es bien distinto a lo que sucede en un deporte "primo" del boxeo de creación más moderna: las artes marciales mixtas. Allí las distintas compañías como UFC, ONE, PFL, KSW, Rizin, LFA o la que gusten solamente tienen a un campeón por cada división, además del caso de algún campeón interino.
Su diferencia con el boxeo es que, mientras que las entidades del pugilismo solo se dedican a aspectos deportivos como la reglamentación, llevar los rankings de cada división, reconocer a los campeones, etcétera, estas empresas de MMA son las que contratan a esos peleadores para que peleen dentro de su liga.
Un campeón de una división de boxeo puede ir unificando sus cinturones con los campeones de otras entidades y así ser un campeón indiscutido, como lo es Oleksandr Usyk hoy en día en peso pesado (por más que haya otros campeones regulares o interinos), mientras que en MMA no hay unificaciones a menos que haya un acuerdo entre las dos empresas.
Tom Aspinall es el campeón de peso pesado de UFC; Oumar Kane, el de ONE y Phil de Fries, el de KSW; y no se pueden enfrentar entre ellos a menos que haya un acuerdo o que uno deje una empresa para pasar a la otra. Incluso cada empresa puede tener modificaciones reglamentarias en sus combates. UFC, por su trayectoria y dinero, es reconocida ampliamente como la empresa número 1 de este deporte, pero peleadores de calibre mundial no están allí si no arreglan su contrato con la compañía. Francis Ngannou, que era el campeón de peso pesado de UFC en 2022, no renovó su vínculo y tuvo que dejar vacante el cinturón que no perdió dentro de la jaula.
El boxeo también tiene sus situaciones similares: puede que un campeón mundial deje vacante su cinturón para no defenderlo ante el retador contra el que lo obliga a pelear determinada entidad (Usyk dejó vacante el título de la FIB en 2024 para poder hacer una revancha ante Tyson Fury), o que un boxeador que esté en posición de ser retador a un título mundial nunca reciba esa oportunidad por distintos motivos, que muchas veces tienen que ver con el negocio y no con la parte deportiva.
Ante esto, en el 2000 se promulgó en Estados Unidos el Muhammad Ali Boxing Reform Act, una ley que apuntaba a: "Proteger los derechos y el bienestar de los boxeadores, ayudar a las comisiones estatales de boxeo con la supervisión del boxeo y aumentar la deportividad y la integridad dentro de la industria del boxeo".
El Ali Act establece que los promotores deben revelar los términos financieros de cada pelea a los boxeadores, prohíbe que controlen simultáneamente a los púgiles y a los organismos sancionadores, exige transparencia en los rankings con justificaciones claras para cada cambio, protege a los boxeadores de represalias por denunciar abusos o rechazar peleas injustas, y permite la intervención de organismos en caso de violaciones.
Sin embargo, esta ley estadounidense, ejecutada en el país donde se realiza la mayor cantidad de combates importantes del boxeo profesional, no ha funcionado del todo y continúan los problemas mencionados previamente.
A la vez, esta ley es un inconveniente para el desarrollo de una idea que parecen tener importantes jugadores empresariales del deporte como la empresa TKO, propietaria de UFC (la compañia de MMA presidida por Dana White) y Turki Alalshikh, funcionario del gobierno saudí que está inyectando millones de dólares en el deporte mediante el PIF, el multimillonario fondo soberano de Arabia Saudita.

Turki Alalshikh X
El PIF también es propietario de la empresa saudí Sela, otra que tiene que ver con todo esto, ya que entre TKO y Sela en el 2025 lanzaron a Zuffa Boxing, la nueva empresa promotora de boxeo que, bajo la dirección de Dana White, empieza a lo grande, siendo la promotora de la pelea entre Canelo Álvarez y Terence Crawford que se realizará en septiembre.
El gobierno saudí, mediante Turki, ha sponsoreado la mayoría de las veladas más trascendentes de los últimos años, en Arabia Saudita o en otras locaciones como Nueva York, con una cantidad enorme de dinero que ha convencido a los boxeadores a aceptar distintos combates y a que haya menos conflicto entre sus empresas promotoras como sucedía en el pasado.
Pero el modelo que parece cerrarle más a este negocio es el modelo de la UFC, para así no tener la intromisión de las entidades del boxeo como el CMB, la FIB, la OMB o la AMB. Sería más práctico para ellos tener su propio cinturón para reconocer a su campeón, tener su propio ranking, firmarles contratos a los boxeadores que quieran y armar así su liga en la que podrían controlar muchísimos más aspectos, como lo hace la UFC, que se encarga de prácticamente todo lo que sucede en sus veladas.
El problema es que esto no va de la mano con aquello que dice el Ali Act de que algo o alguien controle simultáneamente a los púgiles y a los organismos sancionadores. UFC tiene un ranking, que lo maneja a su gusto y placer, y por sus títulos pelean quienes los directivos de UFC elijan que reciban la oportunidad. Todo está a su merced. En el boxeo actualmente las cosas también funcionan un poco así, pero eso se camufla bastante más.
Sin embargo, con el peso del dinero a su favor, con el apoyo del gobierno saudí y también del gobierno estadounidense de Donald Trump, muy vinculado con UFC desde hace años y a quien habitualmente se lo ve en primera fila en las peleas más importantes de MMA junto a Dana White, esto puede cambiar.
Por qué este proyecto de ley presentado en Estados Unidos puede cambiar para siempre al boxeo con la influencia de UFC
Este miércoles 23 de julio se presentó en el congreso de Estados Unidos, por la demócrata Sharice Davids (ex peleadora profesional de MMA) y el republicano Brian Jack, el Muhammad Ali American Boxing Revival Act. Un proyecto de ley que busca darle algunos beneficios más a los boxeadores y que tiene como objetivo principal permitir la creación de un sistema alternativo en el boxeo llamado UBO, la sigla en inglés de Organizaciones de Boxeo Unificadas.
Esas UBO funcionarían como lo hace UFC: podrían contratar boxeadores, organizar veladas, manejar sus propios rankings y promulgar a sus campeones, sin interferencia de otras entidades.
Así las cosas, en el boxeo profesional habría dos "mundos". El actual y el de cada UBO que se lance: una puede ser la de Zuffa Boxing, con Dana White y con el dinero saudí, y otros competidores pueden surgir también.
"Lo describo como si en una pizarra hubiera un gran círculo con el modelo actual y también estuviera el modelo UBO en otro círculo. Y lo único que se solaparía, por así decirlo, es el salario mínimo de los boxeadores y la cobertura sanitaria específica, que se aplica a ambos modelos", dijo el congresista Jack.
Esta ley también pasaría para aquellos que boxeen profesionalmente en Estados Unidos beneficios como un pago mínimo obligatorio de 150 dólares por round y una cobertura mínima de 25 mil dólares por lesiones sufridas durante un combate que sería mayor que la actual en 43 estados de la unión. Este proyecto cuenta con el apoyo de Lonnie Ali, la viuda de Muhammad Ali, y de la Asociación de las Comisiones de Boxeo.
Se espera que esta ley pueda ser votada antes del final del 2025 y, si llega a entrar en efecto, podría generar un cambio para siempre en el boxeo como lo conocemos. La escala en la que comenzaría a moverse dependerá del dinero que se ponga en las UBO. Sí servirá para mejorar o no al boxeo, será cuestión de verlo en funcionamiento para poder evaluarlo.