América y Cruz Azul se castigaron con apenas 120 segundos de diferencia. Un par de minutos de furia en el Clásico Joven que le dieron forma a una noche sumamente especial para estos equipos, que no solo sostienen una rivalidad por historia y grandeza sino por presente, con varios antecedentes recientes de suma importancia.
Es que, en un juego en el que las emociones se hacían esperar, pasada la media hora cayeron todas juntas.
Al minuto 31 fue el uruguayo Brian Rodríguez el que abrió la cuenta para el equipo de André Jardine, que así se adelantaba en el Estadio Olímpico Universitario y ponía los fantasmas otra vez sobre la Máquina Cementera, que en los últimos tiempos se vio frustrada en reiteradas ocasiones por los americanistas en la Liga MX.
Sin embargo, al minuto 33 lo igualó Gabriel Fernández, mostrando el carácter celeste que en su momento llevó a los actualmente dirigidos por Nicolás Larcamón a ser campeones de la Concachampions en esta temporada (dirigidos entonces por Vicente Sánchez) eliminando, entre otros, al propio América.
Y cuando las cosas lucían igualadas y, conforme pasaban los minutos, empezaba a parecer posible que ambos equipos vieran el empate con buenos ojos, llegó José Ignacio Rivero para marcar un golazo y darle la vuelta al marcador.